lunes, 18 de febrero de 2008

Clásicos del Chavo. Cazando a la Rata, día 3. 4:30 AM. Sonámbulo.

Despierto. Una madrugada tranquila. Veo una película de Alfonso Sayas, sale Tun-Tun. Río. Duermo.

7:30 AM Temprano despertar.

Me despiertan alegando que ya lo estaba por que escucharon que en la madrugada reía. Lo hacen diciéndome que ya esta la barbacoa. Es domingo.

9:30 AM a 7:30 PM Una vida normal.

Dos hermanos están de visita. Juego al Play y por la tarde veo las persecuciones mas sorprendentes del mundo. Todo normal. Vuelvo a la tranquilidad que hasta la puerta del cuarto permanece abierta todo el día.

8:00 PM El regreso

Veo una sombra correr sobre el piso. Determino que la rata todavía no se va. La cacería continúa y le pongo papeles a los orificios de las cerraduras de las ventanas. Saco la trampa ya usada desde hace tiempo y la transfiero a la cocina, de nada sirvió. Las dos restantes trampas compradas en el Waldos yacen en el mismo lugar de antes, no las muevo por puro respeto al sistema capitalista ya globalizado. En fin, no funcionaron.

No doy cabida como la pinche Rata todavía sigue en mi cuarto, ya que hasta le abrí las puertas todo el puto día. Pienso… Sigo pensando… Determino que la Rata es especial. Es tan verga que quizás confirme mi teoría de que cada persona que entra a mi cuarto se vuelve chingona por el simple hecho de estar en ese lugar. Ese lugar donde los celulares no funcionan, ese lugar donde asustan y pasan cosas extrañas, ese lugar en donde cada persona que entra le da sueño, ese lugar especial al cual la rata ya se apodero y tiene ya consigo un puto cerebro chingon, a tal grado que evade trampas aun estando en cautiverio.

11:00 PM El nuevo dueño.

Saco mis cobijas, almohada y abanico a la sala. Me mudo de nuevo. Esta noche la dejare descansar, no haré nada especial. Ya se apodero de mi cuarto.

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