sábado, 3 de noviembre de 2007

Clasicos del Chavo. Mis Vecinos. Capitulo El Inicio

Quien se me habrá olvidado? quizás haya alguien.

Bueno, empecemos. Comenzare hablando de uno de los habitantes mas lejanos. En el edificio 5 piso 2 departamento de la izquierda vive Jicama. Su nombre no lo recuerdo, pero su apodo fue puesto ya que el es pelirrojo natural, y en su rostro siempre tenia pecas. De hay el apodo de Jicama con Chile en Polvo, pero como el apodo estaba muy largo se le quedo solo el apodo de Jicama.

De voz ronca Jicama era el rebane de la infancia. Su madre era La Cabezona. El apodo de su madre era por que tenia el pelo tipo afro y de gran tamaño. Su hermano lo apodábamos El Moco, ya que siempre vivía con el moco de afuera de la nariz.

Ellos eran pelirrojos naturales, nada que ver con La Cabezona, que era tremendamente morena. El padre de ellos supuestamente era Peter, que realmente nunca supimos el nombre, pero le decíamos así nomás de mamones., y que de algo sirvió, ya que mas tarde se rolo por meses una revista porno entre la raza que trataba de un guey que se llamaba Peter., Y como la diferencia de colores entre madre e hijos no cuadraba, pues suponíamos que fueron parte de un acoston en alguna carretera por parte de su ella.

Pero por que en una carretera? Resulta que Peter, el padrastro o padre, ya que para nosotros era un guey x, pero para Jicama y El Moco era su Padrastro, pero le decían Papa, bueno total, resulta que Peter era trailero y llegaba a la casa como cada 2 o 3 meses. Un fin de semana, un acoston y fuga.

Siempre se rumoro que La Cabezona fue puta, pero nunca se confirmo. No hablaba con las vecinas y siempre estaba sobre de nosotros ya que Jicama o El Moco casi siempre regresaban a su departamento llorando por el carro de la pandilla.

Entre los carros excéntricos de la pandilla el que mas renombre tuvo fue el de la inyección. Resulta que teníamos una casita en la cancha, a la cual solo entraba la gente que era parte del desmadre. Los buenos éramos el Memo, yo, el Mike y el Terrón. Memo por su parte en una ocasión le pidió la cuota a Jicama, la cual consistía en que se descubriera las nalgas y este le propinaba unos nalgazos.

Otra situación parecida ocurrió con una casita que hicimos en el techo de la escuela. Para dejarlo entrar el Memo le dio el pase siempre y cuando simulara que se lo estaba cogiendo.

Como siempre, el Moco solo amenazaba que le diría a su mama............. jajajajajajaja................. nunca voy a a olvidar ese puto moco que nunca se le caía o se lo sacaba.

Total, en la actualidad el Jicama todavía vine en ese departamento con su madre. Al Moco no lo he visto. Jicama termino siendo un metalero, el único realmente metalero de la comunidad. Con tatuajes, el pelo pintado de verde, no se, era un perfecto desmadre. Pero esa infancia nunca se le olvidaría.

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